La expresión de Ana no era para nada agradable. Ellos solo le dificultaban la situación a propósito si requerían que gastara cien millones para convertirse en cliente vip. Incluso cuando solía ser más adinerada, nunca gastó más de esa cantidad en esa tienda de ropa, mucho menos lo haría en la situación en la que se encontraba en ese momento. Cuando la vendedora notó el silencio de Ana y su extraña expresión, entrecerró los ojos y se apresuró a sonreír.
—Incluso si no tiene la membrecía vip, aún hay una solución. Si puede probar su estado financiero teniendo, al menos, un saldo de nueve dígitos en su cuenta bancaria, entonces, también puede pedir un vestido hecho a medida.
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