Daniela tomó la mano de Sonia con preocupación. Cuando la mujer vio el rostro pálido y las manos delgadas de su asistente, suspiró y también la tomó de la mano.
—Cálmate, no te estoy despidiendo. Solo pensé que sería malo para ti continuar trabajando, dado que estás embarazada y débil. Por eso quería que te tomaras un descanso y reposaras un poco más antes de que regreses a trabajar.
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