—No. —Apoyó la frente contra la de Sonia y la miró serio—. Debes confiar en mí y necesito que lo digas; quiero escucharlo. De lo contrario, no podré descansar, debes decírmelo.
—Está bien, lo diré, ¿sí? Confío en ti. ¿Estás contento? —contestó resignada. Tobías sonrió mientras Sonia le pellizcaba el rostro de manera juguetona—. ¿Por qué actúas como un niño?
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