Sonia estaba perpleja, abrió los ojos por el asombro y no sabía cómo reaccionar. Mientras tanto, Teo, quien estaba conduciendo, no esperaba encontrarse con esa escena al mirar por el espejo retrovisor; respiró profundo y subió el vidrio divisorio con los ojos puestos en el camino.
«¡Cielos! Será mejor que sea cuidadoso. Si el presidente Furtado se da cuenta que los vi, ¡seguro me regañará! Lo mínimo que puede ocurrir es que aumente mi carga de trabajo, ¡y lo peor sería que me descuente mi bono! Sin embargo, debo decir que es bastante tentador echar un vistazo. En verdad me sorprende mucho que tenga el valor de besar por la fuerza a la señorita Reyes. ¡No habría sido posible en el pasado! Creo que su valentía aumentó por el hecho de que ella ha aceptado reconciliarse con él»; Teo reflexionaba mientras se relamía.
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