Mientras pensaba en eso, Sonia respiró profundo y se preparó mentalmente para aguantar la repugnancia cuando miró con atención la pantalla de la computadora para observar quién era aquella persona. Aunque le resultaba difícil reconocer el rostro, podía darse cuenta de que era un hombre por el perfil. Sin embargo, cuanto más lo miraba, más familiar le parecía. «¿Dónde lo vi antes? ¿Dónde?». Se comió las uñas y a la vez adoptó una mirada pensativa; de repente, un hermoso rostro de facciones delicadas se le pasó por la mente. Conmocionada, no pudo evitar gritar:
—¡Damián!
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