Teo no pudo evitar levantar la mano para revisarse la nariz luego de que la puerta se cerrara de golpe en su rostro. Era obvio que Tobías no tenía intenciones de dejarlo entrar; sin embargo, él no se molestó por eso, porque no necesitaba hacerlo ya que no quería convertirse en el mal tercio. Simplemente se encogió de hombros y se dirigió al ascensor.
Dentro del departamento, Tobías llevó las dos bolsas a la sala de estar y, mientras las dejaba, Sonia salió de la habitación. Ya había terminado de lavarse y se había cambiado de ropa.
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