En ese momento, Sonia se sintió abrumada por la desesperación y el pesimismo. En el fondo, deseaba que hubiera alguien que pudiera salvarla cuando antes, sin importar quién fuera, pero comprendió enseguida que solo eran sus deseos. Sin embargo, cuando cerró los ojos sin esperanzas, la silueta de una persona pasó por su mente tan rápido que no fue capaz de ver de quién se trataba. De todos modos, solo pudo desear que alguien viniera a rescatarla y la sacara de esa situación difícil.
—Joven amo Damián, aquí está la ubicación de la Montaña Solitaria —dijo el secuestrador con el teléfono mientras se acercaba a su jefe.
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