—Presidente Furtado... —Teo extendió su brazo y trató de detenerlo, pero era demasiado tarde; solo vio cómo desaparecía de la vista. Tras sentirse desanimado, bajó las manos y miró a la señora.
—Wanda, supongo que el presidente Furtado debe haber salido tras esa furgoneta.
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