Sonia se sorprendió de ver a Teo, pero se sorprendió aún más cuando le dijo que subiera al auto. Ella miró la ventanilla del asiento trasero, pero estaba polarizada, por lo que no podía distinguir si había alguien allí sentado.
—¿Tengo que hacer lo que me digas? —Se mostró reacia a considerar las palabras de Teo.
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