En el baño de hombres, Tomás se echó un poco de agua fría en el rostro antes de mirar su propio reflejo en el espejo con los ojos enrojecidos. Sabía que no había tenido un buen rendimiento durante el partido, ni había dado rienda suelta a todo su potencial. No es que no quisiera hacerlo, era solo que no podía debido al hecho de que ninguno de ellos hubiera ido a verlo competir. Eso le quitó el entusiasmo, por lo que no se sentía con ganas de hacer un buen partido.
—¡Mentirosos! ¡Faltaron a su promesa pese a que me aseguraron que vendrían! —Tomás dio un puñetazo a la pared de mármol junto al espejo mientras las lágrimas resbalaban por su rostro. De repente, su teléfono empezó a sonar en su bolsillo. Tras tomar aire, reprimió su ira al tiempo que contestaba—. ¿Hola?
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