—No hace falta que vayas a ver cómo está. Deberías dejarlo solo, como a él le gusta.
A pesar del tono severo con el que lo dijo, no lo detuvo cuando subió las escaleras, después de todo, Tomás era su hijo biológico; ninguna madre sería capaz de ser tan desalmada con su propia sangre. Así que Tobías subió tan pronto como terminó de hablar, ya que sabía que Jorgelina en verdad no creía lo que ella misma decía.
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