Sonia nunca hubiera esperado que las negociaciones con el Gobierno resultaran ser tan sencillas; solo les llevó una hora firmar el contrato. Como agradecimiento hacia ella por unos cuantos años en los que tendrían el terreno gratis, le prometieron ayudarla a construir su fábrica y su planta de maquinaria.
Cuando salió del edificio, ya había oscurecido. En ese preciso momento, el estómago comenzó a rugirle con fuerza. Al escuchar el extraño sonido, Carlos apoyo el brazo en sus hombros.
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