Sin dejar de temblar de miedo, Tomás cortó enseguida el teléfono y se cargó la mochila al hombro antes de correr hacia la puerta. No esperó a que Sonia se lo pidiera; sin embargo, antes de salir, se dio la vuelta y advirtió:
—¡Has aceptado mis regalos, lo que significa que debes asistir a la escuela y ayudarme este sábado! Si te atreves a contarle esto a Tobías, ¡le diré que ya te estás acostando con otro hombre justo después de divorciarte!
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