Tania no podía aceptar eso, pero no tuvo más opción que obedecer. Dependía de Claudio para vivir, así que no se atrevió a desafiarlo ya que sabía que la mataría. Se mordió el labio y observó a Sonia enojada.
—Bien. Tienes suerte de que no pueda hacerte nada debido a tu hijo, pero no te creas demasiado. Todavía puedo abofetearte cuando quiera. Eso debería provocarte dolor. —Entonces, salió del depósito.
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