Sonia no se rehusó. Ya que se había probado tantos vestidos, podía probarse uno más. Cuando tomó el atuendo, sus manos tocaron por accidente las de Julia. Ambas se sorprendieron y se miraron a los ojos. La diferencia era que Sonia sentía muchas emociones, mientras que Julia estaba entusiasmada y feliz. Miró a su hija de forma tan amorosa que sintió como si fuera a derretirla con la mirada.
Como Sonia no estaba acostumbrada a que la miraran, se apresuró a bajar la cabeza y se fue con el vestido. María se acercó a Julia.
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