—Oh, no es nada. Los aldeanos me las dieron, pero no tengo como darles uso, así que las traje. Después de todo, ya tienes muchas cosas, así que no creo que necesites que te de nada. Después de pensarlo, decidí traerte esto. Siempre y cuando te agraden; si se te acaban, puedo enviar a alguien al campo para conseguir más.
—Muy bien; le diré cuando las acabe —María sonrió y llevó la bolsa a la cocina.
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