Sonia se sonrojó al instante y bajó la cabeza, avergonzada. «¡Dios santo! No puedo creer que me sonó el estómago al percibir el aroma del caldo de la señora García». ¿Eso no significaba que quería beber el caldo? María pudo percibir su incomodidad y se rio.
—No debe avergonzarse, joven ama Sonia. El caldo huele delicioso e incluso yo quisiera probarlo.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread