Sabía que no duraría mucho. El humo era demasiado intenso y cualquiera se desmayaría en segundos asfixiado hasta la muerte antes de poder ser rescatado. Incluso Sonia podía sentir que le costaba respirar, no podía pensar y en cualquier momento quedaría inconsciente, pero sabía que no podía desmayarse, al menos en ese momento. Debía aguantar hasta que la ayuda llegara y gritar para que los rescatistas los encontraran. Si se desmayaba en ese momento, no sabrían a donde buscarlos y perderían mucho tiempo para localizarlos. Ese retraso podía costarles la vida; por ende, debía aguantar.
Sonia sostuvo a Tobías con una mano mientras se pellizcaba la pierna para mantenerse despierta. No importaba cuanto le costara respirar o cuanto tosiera, no podía desmayarse, ya que no solo su vida estaba en riesgo, sino que la de Tobías también.
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