Si Sonia hubiera escuchado a esas mujeres quejándose, habría estado encantada. De hecho, quizá les habría agradecido por ayudarla; sin embargo, ni ella ni Tobías sabían sobre ese pequeño episodio. Ana estaba frente a Tobías, pensando. Estaba pasmada porque Tobías había dicho que no era la hija de Claudio. Tenía la espalda húmeda de sudor y podía sentir cómo se le pegaba la ropa a la piel. Incluso con la calefacción prendida, sentía escalofríos y le latía el corazón con fuerza.
«Es imposible. ¿Por qué dijo eso? ¿Lo sabe? ¿Se enteró de que no soy hija de Claudio o está hablando sin saber?». Desconocía lo mucho que Tobías sabía, pero no iba a bajar la guardia. Sujetó el reposabrazos de la silla de ruedas con fuerza y respiró hondo para calmarse.
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