Sonia le insistió a Tobías para que se marchara porque no quería que la ayudara a vestirse. Arrepentido, él se levantó mientras la miraba fijo y se marchó. Mientras se alejaba se veía tan solitario y pesaroso que a ella le hizo gracia.
—Pervertido —murmuró en voz baja al pensar en la expresión de decepción del hombre cuando este se marchaba; no obstante, no pudo evitar reír.
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