Lo que dijo Tobías hizo que Rosa sintiera un escalofrío. Aun así, trató de librarse de esa situación sonriendo de forma inocente y sacudiendo la cabeza.
—No, no tienes que llamar a un doctor. No es un asunto grave; solo estoy mareada y estaré bien después de una siesta. Siempre me mareo y sé qué hacer para sentirme mejor, así que no es necesario que venga; sería una gran molestia.
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