Sonia no creía que pudiera terminarla. Tobías, que estaba a su lado, permaneció en silencio. No obstante, sostenía el cuenco entre las manos mientras observaba a Rosa con una mirada similar a la de Sonia; protestaba en voz baja. No solo estaba saciado, sino que además le parecía asquerosa mientras la examinaba, incluso le daba la impresión de que era agua residual en vez de sopa.
—No acepto un no por respuesta, deben beberlas. —La sonrisa de Rosa desapareció y su expresión se tornó seria mientras los observaba—. Están hechas para ustedes, así que pueden beberlas despacio si están saciados. No tienen que apresurarse, pero deben terminarlas.
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