Cuando Teo alcanzó a Tobías, este ya estaba en frente del ascensor. Al ver que el hombre transmitía un aura asfixiante, supo que estaba de mal humor en ese momento. Después de pensar por un instante, sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo, tomó uno y se lo entregó.
—¿Quiere fumar, presidente Furtado?
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