Tobías quería que Carlos supiera que estaba al tanto de su almuerzo con Sonia. Al mismo tiempo, quería que él desistiera de esa actitud presuntuosa de comer con su amada y que suponía que Tobías desconocía. Teo conocía a su jefe desde hacía muchos años y podía darse cuenta de lo que quería decir y lo que pensaba con solo mirarlo; por eso, su boca se crispó incontroladamente. «¡El presidente Furtado es tan infantil! Acaba de decir que no se pondrá celoso de que la señorita Reyes y el señor Lara almuercen juntos porque es de mente abierta. ¿Y ahora quiere hacerse notar frente al señor Lara y recordarle que él es el más importante para Sonia? ¿Acaso esto no es un poco infantil?».
—¿Por qué me miras así? —preguntó Tobías con apatía y con el ceño fruncido al ver la expresión estupefacta de Teo en el espejo retrovisor.
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