—No, no es necesario. —Sonia enseguida hizo un gesto rechazándolo antes de que él se acercara—. No estoy lisiada, así que ¿por qué necesitaría que me llevaras hasta allí?
Después de decir eso, bajó la mirada y comenzó a ponerse los zapatos. Él se quedó de pie a su lado y elevó sus cejas perfectamente perfiladas.
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