Leonardo ni siquiera se molestó en poner una cara amigable, su rostro carecía de expresión. El pánico inundó al Presidente Macías ante su indiferencia. Extendió una pierna y la metió entre las puertas del ascensor. Las puertas del ascensor se fueron cerrando poco a poco, pero luego se abrieron despacio al detectar la obstrucción.
El Presidente Macías miró a Leonardo con una sonrisa en la cara.
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