La actitud de Lázaro consiguió mejorar el ambiente. Después de que Lourdes terminara de ordenar el balcón, habría terminado con la limpieza de la casa. Lázaro la condujo rápido al sofá antes de empezar a masajearle la espalda. —¿Estás cansada? Ven, permíteme que te dé un masaje.
Lázaro parecía saber lo que hacía, ya que Lourdes se sentía más relajada mientras él le daba un masaje. Después de unos minutos, levantó la mano para darle a Lázaro un golpe en los brazos que le estaban masajeando los hombros.
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