Leonardo esperó un tiempo antes de tomar la mano de Sofía, pellizcando el anillo en su dedo y moviéndolo un poco. El anillo era una monstruosidad, se viera como se viera.
Sin molestarse en ocultarlo, dijo entre dientes unas palabras de acuerdo, con lo cual, por fin se ponía del lado de Sofía. Al escucharlo, una sonrisa se dibujó en el rostro de ella, más brillante que antes.
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