Un buen rato después, Lourdes y Lázaro terminaron por fin de ordenar todo. Parados en la entrada, sabían que no había nada más que no pudieran dejar pasar.
Justo en ese momento, Lisandro y Fabiola llegaron a casa, con aspecto de estar bastante agotados. Cuando entraron a la casa y vieron que todo estaba empacado, entendieron la intención de Lázaro y su hija.
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