Las palabras salían a borbotones de la boca de Sofía como una cascada y cuanto más hablaba más fluida era, haciendo que el rostro de Leonardo se hundiera con cada palabra que escuchaba.
Justo cuando Sofía terminó su discurso, Leonardo se bajó de inmediato de la cama. Antes de que ella pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, él corrió hacia ella y le agarró la barbilla. Con un poco de fuerza, la empujó contra la pared del pasillo. Su rostro era aterrador y serio y casi sacaba palabras de sus dientes apretados.
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