Poco a poco, Jazmín se detuvo con los labios apretados, con los ojos al borde de las lágrimas. No entendía por qué Lázaro la dejaba atrás así, aunque la viera. Después de permanecer allí durante algún tiempo, se secó las lágrimas antes de tomar su teléfono.
A decir verdad, no estaba segura de por qué había esperado allí, ni sabía qué quería hacer. Aunque no tenía nada que decirle, el hecho de no haber podido hablar con él a pesar de haberlo visto, la hacía sentir mal. La sensación se intensificó cuando se dio cuenta de que ni Lázaro ni Lourdes tenían nada que decirle.
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