Leonardo dejó de hablar de nuevo. Sofía sabía que a él no le gustaba el ruido, así que se sentó de forma tranquila a un lado. Ella tampoco miró su teléfono y se quedó sentada sin rumbo. Él empezó a ocuparse y anduvo por todas partes. En un momento tenía a su subordinado organizando de nuevo todos los documentos, y al momento siguiente estaba dando órdenes. Era igual que en el pasado, cuando la descuidaba por completo.
Poco después de sentarse en el sofá, Sofía empezó a bostezar. Había una sala de estar dentro de la oficina de Leonardo, donde él en ocasiones tomaba siestas al mediodía. Pero la sala de estar estaba cerrada, así que no tenía ni idea de lo que había detrás de esa puerta.
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