Leonardo solo asintió en silencio. Por su parte, ya había hecho una búsqueda de este número, pero era evidente que había algo raro en el nombre registrado en este número. La información de la cuenta estaba registrada a nombre de un anciano de cabello blanco, que vivía en un pueblo. No tenía estudios ni sabía leer. Era imposible que creyera que una persona así estuviera implicada en el accidente de Sofía.
Por lo tanto, solo había una posibilidad: el perfil de identificación utilizado para registrar este número pertenecía a alguien más, o este número había sido comprado a una persona diferente.
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