Cristina se tambaleó de la impresión y estaba a punto de sudar frío. Sin embargo, permaneció en su posición y no movió ni un músculo. No se desmayó la noche anterior, así que recordó haber entrado en la habitación. Ya se había olvidado de Genaro en ese momento, y mucho menos de la cuestión de quién dormía dónde.
Genaro la sujetaba con demasiada fuerza como para que ella pudiera liberarse. Un ceño fruncido apareció en su frente mientras empezaba a entrar en pánico por la situación. Por suerte para ella, Genaro se dio la vuelta al cabo de un rato y la soltó.
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