Poco después, Genaro escuchó un alboroto justo al lado de la puerta. Era Lucrecia gritando, diciendo a alguien que le quitara las manos de encima. Los tres se levantaron y se dirigieron a la puerta para poder ver lo que ocurría, pero la mirilla no permitía que los tres miraran al mismo tiempo. Aurora encontró el lugar para ver, y cuando miró hacia fuera, no paró de chasquear la lengua con deleite. Cristina la observaba, y la mirada de alegría de Aurora le daba curiosidad.
«Yo también quiero saber qué está sucediendo afuera».
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