Leonardo se quedó mirando el mensaje durante un rato y pudo imaginar la cara de satisfacción que debía tener ella en ese momento. Luego, fue a sentarse en la silla del jardín. Sofía solía sentarse ahí antes, mientras colgaba las piernas y parecía un espíritu libre en aquel entonces. De pie en el borde del jardín, Daniel volvió a mirar a Leonardo. Se rio en silencio y se marchó.
Leonardo llamó a Sofía. Sofía esperaba que llamara, pues los Cibeles debían asegurarse de que estaba tranquila con la situación actual; al fin y al cabo, la necesitaban. No contestó la primera vez a propósito, pero entonces él llamó de nuevo. Entonces, contestó despacio.
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