Quizás Sofía lo había escuchado mal, pero sus palabras la conmovieron un poco. Después de pensar un momento, volteó rápido la mirada y observó por la ventana, frunciendo los labios y negándose a decir una palabra.
Después de acomodar el equipaje de Sofía y Leonardo en el maletero, Gerardo se subió al asiento del copiloto, mientras la Señora Cibeles e Isabel seguían de pie junto a su auto.
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