Isabel le dio palmaditas en la espalda a su madre con cuidado, como si estuviera consolando a un niño, mientras esta última parecía aturdida, al mismo tiempo que sus sollozos se calmaban despacio.
No obstante, la expresión facial del Abuelo Ballesteros permaneció indiferente, a la vez que se daba la vuelta y se marchaba, después de echarles unas cuantas miradas.
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