Sofía estaba tan enfadada que no pudo evitar reírse. «¿Cómo debía ayudarles mi abuelo si él mismo era muy pobre? ¿Cómo se atreve a quejarse ahora este hijo de p*ta? Levantando la mano, señaló fuera del patio.
—Vete a la m*erda.
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