Desanimada, Sofía no cocinó. Preparó una sopa instantánea y solo comió un bocado antes de retirarse al piso de arriba.
Cuando el cielo se había oscurecido por completo en el exterior, recibió una llamada de Lázaro, que le dijo que estaba en la puerta de su casa. Afirmó que iba a visitarla, pero se sorprendió de que se hubiera acostado tan temprano al ver que las luces estaban apagadas en el piso de abajo. Así, bajó sin ganas y le abrió la puerta antes de poner su trasero en el sofá.
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