Por fortuna, la empleada de la casa estaba allí para impedir que Lucrecia golpeara al abogado.
Genaro se sorprendió un poco cuando se enteró de esto, porque pensó que Lucrecia debió haberlo imaginado, ya que había muchas pistas y menciones sobre el testamento. Sin embargo, aunque no pudiera aceptarlo, su preparación mental previa debería haberle permitido mantener la calma. Por tal motivo, se sorprendió de que siguiera siendo la misma y no hubiera cambiado durante todo este tiempo.
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