Los ojos de Lisandro se oscurecieron un poco, pero no dijo nada.
Durante todo el tiempo que los Jiménez estuvieron en la casa, hubo gente reunida frente a la puerta que miraba el interior de puntitas o les daba vueltas a los dos autos estacionados afuera. Aunque esas personas no habían visto mucho del mundo, tenían claro que se trataba de autos caros.
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