El Señor Jiménez se burló.
—Ya lo sé. Ustedes desean vivir en un mundo propio y no quieren a un viejo como yo cerca. No se preocupen. Estoy preparado. —Al escuchar eso, Lourdes sintió un poco de pena por él, pero Lázaro, en cambio, no se inmutó ni un poco.
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