Leonardo no tenía buen carácter, pero solía mantenerlo bajo control. A lo mucho, era solo antipático, pero ahora lanzaba cosas. Cada vez que Gerardo iba a la oficina de Leonardo, lo recibía con documentos tirados en el suelo, mientras él fumaba junto a la ventana, muy frustrado. Era muy diferente a como era antes. Sofía frunció el ceño.
—¿Por qué me dices eso? No creo que tenga nada que ver con eso.
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