Lourdes no reaccionó a ninguno de los movimientos a su alrededor, mientras Lázaro la envolvía en una toalla antes de levantarla y llevarla a la habitación. Después de ponerla en su cama, verla moverse en su sueño dejó a Lázaro en un estado de devastación. No pudo evitar pensar en sí mismo como un tonto por haber hecho todo eso.
Más tarde, recuperó la ropa que Lourdes había llevado al baño para ponérsela. Eligió unas mallasy un camisón. Ponerle los dos a Lourdes fue un calvario y Lázaro no pudo evitar las ganas de abofetearse a sí mismo por haber provocado eso.
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