Sofía pensó que Leonardo no vendría más, pero pensó mal. Vino esa misma tarde, y además trajo frutas. Cuando llegó, Sofía estaba jugando al blackjack con Gerardo.
Leonardo se detuvo en la puerta. La puerta estaba entreabierta y pudo oír lo que estaban hablando. Por lo que parecía, Sofía estaba bien ahora; incluso podía reírse.
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