En cuanto Sofía vio la pequeña mancha de tierra, se le saltaron las lágrimas y se le apretó el corazón. Se acercó despacio y dejó las cosas en sus manos.
—Vine a visitarte, abuelo. —Se desmoronó y sollozó en voz alta—. Estoy divorciada, pero Leonardo me dio muchas cosas como compensación. Ahora tengo mucho dinero, así que la vida es estupenda. —Su voz se quebró al añadir—: Incluso estoy... embarazada.
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