El visitante no estaba dentro del área donde se le podía ver a través de la mirilla. Frunciendo los labios, Lourdes pudo escuchar los golpes en la puerta una vez más, a lo que al fin respondió.
—¿Quién es? —A pesar de la falta de respuesta, pensó que solo Lázaro haría tal cosa, así que tomó su decisión—. No abriré la puerta a menos que hables.
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