Mientras tanto, Lázaro estaba despierto. Estaba de pie junto a la ventana de su habitación mientras se esforzaba por superar la humillación de haber sido maltratado por una mujer. Por eso, no podía mantener los ojos cerrados y dormir. En cambio, fumó un cigarrillo tras otro hasta que empezó a sentirse un poco mareado. Entonces, abrió la ventana mientras estaba de pie, queriendo pensar en voz alta. Sin embargo, nada salía de su boca porque su mente estaba en blanco.
Pronto, un mesero se acercó a Lázaro para informarle de la llegada de Matilda y Sofía. En respuesta, Lázaro contestó:
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