Mientras Genaro esperaba que el agua hirviera, no pudo evitar pensar en Cristina una vez más.
Desde que ella llegó a su vida, Genaro no había estado mucho en la cocina. Era muy hábil, y no sólo para llevar las cosas de un lado a otro y ser su ayudante; también podía encargarse por completo de todos los asuntos relacionados con la cocina.
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